sábado

Me susurra al oído,

A veces.

A veces me acaricia las piernas

Sin que yo le pregunte.

No es siempre, no,

solo a veces.

martes

De últimas

Pago cinco horas de internet (todavía en espera de mi máquina). Navego las cicno horas enteras y nunca me alcanza para todo. Siempre algo pendiente, algo que queda atrás. La red es finita (¿lo es?) e inabarcable. Y mi lista de direcciones para mirar es cada vez más amplia. En esa lista, el porcentaje de cosas que todavía no he visto supera siemre al de cosas que ya vi. Voy tachando. Un sitio me lleva a otro, siempre. A veces para buscarle una explicación a un pantallazo absurdo que me deja en la nada. O para seguir mirando algo que me atrapó. Muchas veces digo... bueno lo leo después, pero no hay un después nunca. Podría pasarme el día entero frente a la pantalla, pero empiezan a dolerme las articulaciones. Voy a tener que iniciar un horario de lectura diario, para no tomarme aquí más tiempo del que me permite mi columna vertebral, esa que siempre trato de conservar recta y que se sigue defendiendo.
 

domingo

Escribir un libro de temas, sólo un temario, sobre el que alguien que se anime quiera escribir algo más largo. Quizá uno de mis deseos secretos sea el encontrar un eco, recibir una respuesta, crear un colectivo que haga mutar el objeto, la creación.

Qué tristes son las demoliciones. Ver cómo se inmaterializan cientos de recuerdos.

Edificios muertos, que se desinflan.

Va a venir, yo sé está esperando allá, detrás de la puerta. Apenas lleve un rato aquí atravesará la puerta y se apoderará de mi estómago. Me hará cosquillas en el vientre. Exigirá ser tenida en cuenta, ensanchándose allí, cada vez más, amplia y profunda. Me obligará a levantarme de mi cama cómoda y caliente, ir hasta la cocina, buscar en los anaqueles algo para comer.

La clave está en mantener siempre recta la columna vertebral.

viernes

Sobre la felicidad. Sobre abrir el pecho para poder recibir las bendiciones. Entran por la ventana, por debajo de la puerta, agazapadas en el aire que enfría el cuarto, se deslizan por los rayos de sol y se quedan prendidas bajo la colchoneta, y entre las motas de las pieles de cabra tiradas en el suelo.

Sobre el miedo. Miedo a morir de todo, a que ya no aclare después de la noche, a que deje de doler. El miedo se queda suspendido en el inmenso aire que va del techo al suelo.

Sobre las visiones. O mirar en perspectiva, en el antes o en el después. En el otro tiempo y el otro espacio vital, donde las bendiciones nacen y los miedos mueren, ambos en el mismo lugar. Leer en el espejo.

martes

Si yo lo que quiero es explorar otras vidas, otros mundos en los que quizás me sienta más cómoda. ¿A qué aplazar la felicidad, si la felicidad se nos va a adelantar sin esperarnos? Siempre estará más adelante, cuando venda el computador, cuando salga de la ciudad, cuando salga de Colombia, cuando salga de Ecuador, cuando llegue a Cuzco, cuando tenga una estufa de gas, cuando deje de ver a tanta gente, cuando llegue a Machu Picchu, cuando vuelva a Machu Picchu, cuando llore, cuando deje de llorar, cuando paguen esa plata, cuando pase Semana Santa, cuando vuelva a El Bolsón, cuando vuelva a la ciudad, cuando consiga un lugar propio, cuando tenga una estufa de leña, cuando consiga trabajo, cuando consiga un computador, cuando salga de la ciudad, ¿cuándo? ¿cuándo? ¿cuándo?

sábado

en subte

Aire caliente entrando por las ventanas semiabiertas, luz fría de lámparas que apenas repelen la oscuridad del túnel, resonancia del eco multiplicándose en las paredes metálicas del vagón, gente que no habla, que no está ahí, silencio de subte.

martes

En inglés

Le escribía esto a un amigo que todavía no aprende el español, ni llega a Buenos Aires...

I like Buenos Aires, maybe because it´s a city where I don´t think I´ll live more than a few months, maybe a year...
Big, plenty of libraries (at least for me-- in Bogotá you can´t find so many!), you´ll find it much better than El Bolsón, I´m sure. There are a lot of things to do. Even if you have money (*) or not so many (as me).

(*) That use to be the best when you live in the city. Out of the city there are all other things that flows to your soul, so you don´t need all that stuff that money buys for you.

domingo

Estás leyendo esto. Sentado, de pie, recostado, inclinado, o de cualquier manera. No eres conciente de eso, pero debes serlo. Tu cuerpo te necesita, necesita que le pongas atención. Todo el tiempo. Ahora, en un rato, mañana, más adelante. Cuando te pares de ahí, en el baño, afuera, recostado, por teléfono, en el bus. Sí, todo el tiempo. Si no es todo el tiempo, lo olvidas. Y pasas por encima de tu espalda, tus pies, tu cabeza y tu buen ánimo. No puede olvidarse al cuerpo, ese que estará todo el tiempo que sabes que estarás -porque después no sabes-.
Respiras todo el tiempo, te guste o no, te des cuenta o no. Respirar está ahí siempre, sucede toda la vida, lo primero al nacer, y lo último al morir. Si respiras todo el tiempo, entonces, la respiración se convierte en lo que te puede recordar todo el tiempo que estás vivo, que tu cuerpo funciona. Es algo que no puede olvidarse, aunque se ignore. Pero ya no debe más ser ignorado.
Esto es importante. No debes olvidarlo, aunque termines de leer esto y te vayas a otra cosa. Es algo que debe recordarse, que se debe hacer un esfuerzo por recordar. Es un esfuerzo importante.
Respirar te hace conciente de tí, de que estás ahí. Sé conciente de que respiras, de que el aire fluye en tí. Solo centrarse en la respiración ya te devuelve la perspectiva, te hace más sabio, te recuerda que hay algo más, antes y después de lo que estás haciendo. Es el silencio suficiente para escuchar al cuerpo que, a veces retorcido, clama por un poco de atención, una postura más cómoda, una siesta, un poco de actividad.
En ese silencio está también la voz de la intuición, de lo que es más sabio que la mente sin saber cómo. Solo tú puedes traducir lo que te dice, yo no podría decírtelo. Respira y aprende a escucharla. A saber que hay cosas que están bien, aunque no parezcan, o que están mal, aunque no parezcan, o que deben ser o hacerse, aunque cueste creerlo. Esa voz habla aunque no escuches, y sigue hablando aunque dejes de escuchar. La voz siempre está ahí, como la respiración. No se opta por respirar o no respirar. Se opta por ser o no conciente de ello.

Esto es importante, por eso lo escribo. A mí me lo han recordado ya varias veces, diferentes personas, en muy diferentes momentos. Y ya es hora de tomármelo en serio. Una voz que se escucha más de una vez no es un fantasma.