martes

Ya estoy en casa, lejos de la muralla desorientadora de Cartagena. Cuatro días de escape me aseguraron una pila de cosas para hacer a mi regreso. Y lamentablemente para mí, la ocupación del tiempo que me quedaba libre para escribir. Pero no quiero que pase más tiempo sin volver aquí, sin desafiar al mutismo de esta pantalla para soñar que alguien me lee, de vez en cuando, al otro lado. Y ese alguien se merece algo mejor que mi silencio. Cuatro minutos de mi tiempo, pues, para que esa lectura anónima no sea en vano.

domingo

Apenas me queda un día aquí, y confieso que de los tres anteriores no ha quedado gran cosa consignada. ¿He de obligarme a escribir? Esta obligación de la publicación es extraña. Con un medio como éste, suponía que la publicación era lo difícil, que lo de menos era la escritura, la que sale por sí misma, la que parece que necesitara ser refrenada.
Pero publicar aquí es tan fácil que te apabulla la escritura. El síndrome de la hoja en blanco se multiplica y se hace paralizante. Y obviamente que hacerlo en un lugar como éste no es precisamente la mejor ayuda del mundo.
Así que justificaré mi ausencia -y el que abandone estas líneas tan jóvenes y precarias- diciendo que prefiero un lugar más tranquilo para mi escritura y que estando aquí (pero sólo por eso) tengo cosas más interesantes que hacer.

sábado

Descubrí que esta pantalla es mejor amiga mía que la gente de carne y hueso. Y creo que eso me gusta.
No está funcionando mi correo. Y me parece la peor excusa para escribir aquí en compensación. Pero en este punto de mi viaje cualquier excusa parece buena desde que pueda escribir algo.
Lejos de las amistades influyentes, las fiestas de ricos, y el mundo intelectual, me he refugiado en mi mundillo propio, el de la gente normal capaz de hablar por horas sin preocuparse por cuántas neuronas quemar por minuto. El de la vida que corre por las venas y no pretende justificarlo gastando dinero. Empezaré a odiar la escritura si veo que ella me obliga a permanecer con gente que parece vivir en un planeta mucho más lejos que el mío.
Si me puedo encerrar a escribir en ese mundillo mío en el que me siento cómoda, sin que nadie me entreviste ni me lleve a ningún festival, y todavía así pueda llamarme escritora y vivir de mi escritura, me daré por bien servida. Pero lamentablemente, tal parece que eso es lo que desean todos los demás escritores, los "de verdad".
En teoría, si no pido nada, no saldré decepcionada. Pero tampoco gratamente sorprendida.

viernes

Hay algo que no me termina de gustar en este viaje. Como si una basura dentro de mí necesitara ser sacada. Me sinento un poco varada y ajena aquí. Un voto al cielo para que todo salga mejor hoy. Ya dí el primer paso, hará falta dar el segundo para que todo empiece a marchar solo.
Pero escribir aquí no es suficiente.

martes

Formulé un deseo hace menos de un mes. Lo olvidé por aproximadamente una semana y media. Ahora todo está aquí de repente. En menos de 48 horas debo armar viaje, conseguir transporte, alojamiento, comida, por cinco días, a mil kilómetros de mi casa. Sólo porque me parece que debo estar allá. Porque en realidad no tengo ninguna otra razón.
Que mi lugar está allá.
Una demostración de cómo no olvidarme de mí misma.

miércoles

No es que quiera vivir de mi escritura porque no sirva para otra cosa (y en esto se ve mejor reflejada la ignorancia respecto a si sirvo efectivamente para la escritura, que el conocimiento cierto de si sirvo para alguna otra actividad). Quiero vivir de la escritura porque se me da la gana. Así de simple. Como todo lo demás.

martes

Puse el mapa Dymaxion en mi papel tapiz, ese que toma la esfera terrestre y la desdobla para dejar la superficie plana sin deformar la perspectiva de los continentes. Si se desdobla cuidando no partir ningún continente en los extremos, el centro del mundo es Groenlandia, y lo demás está distribuido a un lado y otro de ella, o hacia arriba y abajo, depende cómo lo veas. América y Asia quedan enfrentados, al contrario del mapamundi que conocemos normalmente.

Me gusta esta perspectiva. Me gusta saber que el mundo no ES de determinada forma, que simplemente es como nosotros lo veamos.

lunes

“Creo que el viento siempre sopla en la cara de los pobres. Lo único que tienen es el aire que respiran”

Natalie Merchant, Ophelia

Sí: Lunes. Pero ya he logrado sortear la mañana, he descubierto que llevar esto en compañía aligera la carga. Hace que la semana se vea menos amenazadora, el comienzo menos patético, menos desesperanzador. Apenas me estoy desperezando del nuevo año, tratando de meterme en la cabeza que no estoy obligada a mi profesión, que soy libre. Este descubrimiento de algo que uno debería saber en principio se me está volviendo un enfrentamiento con toda mi carga emocional pasada, con todo lo que siempre creí que debía ser. Sigo pensando que la finalidad de la vida después de los veinte es desaprender todo lo que se nos metió en el cerebro antes de los veinte.

viernes

Encontré por casualidad (como todo en internet) un sitio creado por un colombiano para jugar a matar colombianos. En principio suena muy estúpido, y el juego en sí es totalmente básico: te mueves sobre un tablero para encontrar fichas clave en las que pasa algo (creas un laboratorio de droga, masacras una población, secuestras a alguien…). Pero el juego no está pensado para alguien que busque jugar realmente, y de hecho dudo mucho que alguien se anime a jugarlo más de una vez. Se trata más bien de lo absurdo de toda esta guerra, igualmente estúpida y sin sentido, en la que ya muchos no entendemos por qué se hacen las cosas como se hacen. Y lo que en principio parece una burla al conflicto colombiano (y de hecho lo es) se vuelve un choque con esa realidad, cuando te das cuenta de que estás matando unos personajes que desconoces por completo y que se ponen a sollozar a través de los parlantes, y te preguntas quién es culpable y quién inocente, y cómo todo este juego colombiano ya parece una farsa, y todos somos igual de anónimos. En suma, un pequeño choque emocional surgido de un rato de total evasión. Lo abstracto a partir de lo casi ridículo, o una de esas cosas en las que alguien que no lo pretende (o tal vez sí pero no lo demuestra) nos muestra de repente una parte de la verdad.

Con mente abierta, y de un solo vistazo: http://www.piterwilson.com/games/

jueves

No soy de los escritores que suelen ser escogidos por sus novelas, por sus personajes, por sus escritos en general. No sé si a alguien le sucede así pero yo prefiero creer que todavía escojo lo que quiero escribir. La escritura no fluye irrefrenablemente de mí, no es un impulso ineludible frente al cual si me resisto caeré enferma. Escribo, sí, porque es lo que mejor creo que sé hacer, lo que más me gusta. Una razón literaria que seguramente me invalidará como candidata a la lista de esos escritores mitológicos que parecen estar atrapados en sus novelas y son un personaje minúsculo que solo presta su pluma para que los personajes vivan sus propias historias.

Yo, para mi fortuna y vuestra desgracia, dependo por completo de mi ego para nutrir mis escritos.

 

miércoles

El azar me lleva a caminos que busco y me deja oír las voces que necesito. Esta página es de un grupo que se decidió hace unos años a darle la vuelta al mundo en bicicleta.
Así, nada más.
http://www.mundocaracol.com/bicicletos
Un musulmán debe ir en peregrinación a La Meca por lo menos una vez en su vida. Para ese viaje, no puede pedir dinero en préstamo, sino que debe realizarlos con sus propios recursos. Eso hace que alguien sin dinero tenga que viajar prácticamente a pie desde su país de origen. Su religión lo obliga, no puede sustraerse a ese compromiso. Es un viaje que está dictado desde su nacimiento.
Poder viajar y justificarlo con la obligación de hacerlo, convertir el viaje en un precepto del carácter y peso que tiene un fundamento religioso, de modo que no haya marcha atrás, que la negación del viaje sea una negación de los propios dioses, una blasfemia.
En dos meses y medio se puede descubrir que la cosa no es tan fácil. Como seguramente lo descubren todos los demás que nunca nos prepararon para esto, se puede saber que la eternidad es un abstracto al que nos aferramos para no vivir con la incertidumbre de que todo acabará mañana.

martes

No trataré de explicar aquí las razones por las cuales escribo. No creo que eso tenga mucho interés para nadie que no me conozca, y los que me conocen pueden preguntármelo directamente.
Por eso me rehúso a describir este blog. Eso es todo lo que hay que decir al respecto.

domingo

Quince minutos apenas de la segunda mitad del primer día de 2006. El primero laborable, por lo menos. Ayer fue un largo bostezo de no hacer nada por obligación y dejarnos arrastrar por la corriente apelmazada de los primero de enero llenos de ciudad vacía, gente sin afán y negocios cerrados.

Afuera hace sol, estoy sola en casa, la casa en la que casi nunca estoy sola, y no tengo tanto frío como de costumbre. Radio Paradise me dispensa de escuchar la programación trasnochada de las emisoras locales, por un lado, y de tener que escoger un disco apropiado para mi estado de ánimo, por el otro, labor ésta que siempre me cuesta trabajo y me deja con el ánimo inseguro y la sensación de que no encontré lo que buscaba. Sintonizar la radio por internet me despoja un poco de la cotidianidad repetida que tienen las emisoras que soporto en esta ciudad, me libera de los mensajes comerciales de final de año, y me permite echar a alguien más la culpa de mis decaídas.

Este año amanecí con ganas de hacer algo con mi vida, algo que yo quiera. Más que de costumbre. Cuando menos lo he logrado hasta aquí y puedo decir que en los últimos seis meses he cambiado mis condiciones de vida de forma drástica. Aunque este término es algo duro para lo que en realidad he hecho. Pero no han sido más que mis intenciones las que han obrado este cambio, y puedo ver que eso es particularmente bueno.

Hago un recuento rápido de este cambio. Empecé el año con ganas de terminar mi posgrado de una vez por todas y dejarme de excusas para tomar las riendas de mi vida. Dos meses antes de lograrlo conocí al hombre de mi vida, por lo menos por ahora. Y en un arranque de resolución sin precedentes en mí, decidí independizarme de mis padres y tomar una habitación en arriendo con el convencimiento de que era medio apartamento lo que estaba pagando. Me deshice de una buena cantidad de dinero por vivir dos meses sintiéndome arrimada en un apartamento con otras tres personas. Nada de felicitar, pero un aprendizaje que todavía no sé decir si valió la pena.