viernes

El propósito no es ser perfecto.
Cosas para hacer: meditar.
Estar en el momento y en el lugar, sin tener la mínima conciencia de un mañana. Vivir atravesando el río, sin aferrarse a nada, sin permanecer en ningún lugar, sin proyectarse. Comprender que los caminos no llegan a ninguna parte, lo que -hay que decirlo- los hace a todos iguales.

jueves

Como no me gusta llenar el correo de mis contactos con FWs, lo que mejor me parece es usar este espacio para hacer público lo que me parece que debería (al fin y al cabo, este blog es mío). Llegó esto a mi correo, y pienso que la información es poder, en cualquiera de sus formas. Así que lo mejor es estar informados.
Este vínculo contiene información sobre las recientes protestas en las universidades públicas de Bogotá:

http://docs.google.com/Doc?id=dm69kfh_38fkd5v7

lunes

"Nada diré en contra de mi dios -pese a todo- arrinconado, ni pediré en mis oraciones el paraíso de los hombres, ese lugar completamente anestésico repleto de felicidad y buenos corazones, medio pedazo de la verdad, a sabiendas de que en el paraíso auténtico, habitado por seres desconocidos, debe existir un vasto espacio en el que sean capaces de caber el cenit y el nadir, tu blanco y tu negro, e indudablemente también mi escala de grises, sin cuya existencia seríamos seres completamente simples, desprovistos de cualquier abismo y cualquier cresta momentánea, condenados a ser para siempre de un tono único y esclavizante, almas lisas encajadas en un monótono rompecabezas. Te diré más todavía: tu blanco y tu negro, por gracia de la existencia de los grises, no son más que una y la misma cosa.

»Así que me cobijo en ese gris que no tiene nombre, que carece por completo de cadenas y desconoce la esclavitud, comoquiera que ella se disfrace. Inclusive la que se deriva del cercenamiento de medio destino en aras de la mundana claridad que los hombres de este tiempo creen legal y única. No, La Verdad, así llamada, es en sí misma una contradicción; no es lícito otorgar un carácter singular a un concepto tan múltiple e infinito.

»Te diré, entonces, una de mis verdades. Al igual que sucede con todos los demás, no es verdad todo lo que hablo, y no es mentira todo lo que callo. No tengo, por ello, mentiras incorruptibles ni verdades inamovibles, pero puedo decir que en general defiendo la veracidad ante mi propia persona antes que nada.

Esto por ahora.

Renuncio a la teoría. Renuncio desde el mismo momento en que admito que mi memoria es incapaz de sostener palabras ajenas. Ya he pensado tanto, y me he quedado quieta tanto tiempo por pensar que he tomado la resolución del acto. Moverme me dará la certeza de hablar de mis propios pasos, generarme mis propias heridas y estar segura, cuando menos, de que mis errores son míos, que no los leí en ninguna enciclopedia. Si alguien quiere una justificación de mi práctica, que funde una universidad.

sábado

No lo soñé, estaba ahí hace por lo menos seis meses, un dolorcito pequeño en el centro del pecho que se sentía más si respiraba profunda y conscientemente. Eso y varias otras cosas. Introspección, insoportabilidad, incomprensión temporal por las cosas simples. Inseguridad, también temporal, hasta por lo evidente. Ciertamente una dosis de inmadurez, mezclada con algo de orgullo herido quién sabe dónde ni por qué, y no nos importa. Celos abstractos, repentinos e inexplicables, poco recurrentes. Alguna que otra tristeza improcedente. Otro dolorcito en el centro del pecho. Recaídas de ánimo inoportunas. Silencios largos. Apasionamiento por sentimientos fútiles. Autocompasión. Agresividad incomprensible. Inestabilidad emocional, a qué negarlo. Inestabilidad.

Estabilidad. Una de esas palabras que pertenecen ya a un léxico propio en mi diccionario vital. Una de sus acepciones es el estancamiento, ser siempre el mismo, estar quieto. Un ser puede convencerse de unos ideales, de la importancia de ciertas cosas sobre otras, forjarse un modo de vida, y estabilizarse en un estadio de su existencia en el que no va a aprender nada. Ser estable es ser políticamente correcto, una manera fácil de no ganarse problemas. Se es fiel a un modo de vida, y se lucha arduamente por no introducir en él ningún cambio, seguir siendo lo que se es y mantener un horizonte claro y despejado que te señale claramente tu rumbo en uno, diez, veinte años. La vida como un largo camino recto del que suponemos el final, siempre más adelante de ahora. Lo estable se parece a un futuro cierto y demarcado, a una carrera con futuro, a un modo de vida aceptado, una casa que se paga por cuotas y un salario que llega los treinta de cada mes. La idea que se suele tener de lo que es adecuado y correcto.

Otra acepción: no existe estabilidad absoluta en el universo porque todo es un juego de fuerzas complementarias que están en continuo fluir de un extremo a otro. Equilibrio, tal vez. Lo que está siempre al límite, en el borde, lo que puede caer en cualquier momento, sin eternidades. El equilibrio es inestable, es la tensión entre las fuerzas, es todo el tiempo cambiante, va imperceptiblemente de un lado a otro. Lo que está más cerca del centro, lo más cerca que se puede estar. El equilibrio ofrece la posibilidad de balancearse hacia cualquier lado, de marchar a cualquier dirección, incluso sin una decisión deliberada. La libertad de movimiento hace posibles todos los aprendizajes, todas las exploraciones, todos los sentimientos.Implica también cosas que no te esperabas en un principio. Te caerás más de una vez. Te pondrás del lado de /tú y nadie más /y entonces a nadie le interesará lidiarte. Harás cosas incomprensibles, odiarás que te hablen un día, reirás de repente a carcajadas, sentirás asco y atracción, volarás y te sumergirás. Mirarás mal y seducirás. Puedes llamarlo desequilibrio hormonal, seguramente lo es. Igual que se podría decir que el amor es una sobredosis de endorfinas, pero todos sabemos que hay mucho más. Dejarse fluir, saber que no siempre se tiene que estar de buen humor o tener una sonrisa a flor de piel, y estar bien con ello. La vida fluye en remolinos y cataratas turbulentas, así como nos lleva a remansos tranquilos y fuentes cristalinas. No importa la dirección de la corriente sobre la que nos lanzamos, importa el aprender a sumergirnos en ella, mojarnos en ella, vivirla. Quiero lanzar mis salvavidas a la corriente, para que se los trague y no me los traiga más de vuelta.

Algunos de los más patéticos están descritos al principio de este escrito. Quedar limpia y reluciente, como una cacerola de aluminio.

Aprender a nadar.