lunes

Buenos Aires no es tan grande como para comerme viva. Suficiente para perderme un poco, y sí mucho para desorientar a cualquiera. La gente que vive conmigo, que en este momento son aquellos con quienes me hablo más de dos veces por semana, se sorprenden de que no salga más seguido, de que no esté pendiente de cada actividad, de cada presentación, de cada fiesta. Creo que no han entendido que llevo encima tres meses de nomadismo descontrolado, que he visto más cosas de las que había visto en toda mi vida, y que mi mente necesita un poco de reposo si no quiere olvidar lo que aprendió en sus travesías.
A veces pienso en el viaje y siento que si lo dejo ir, se va a ir, ciertamente, de mí, y se va a convertir en un recuerdo. Pero no, el viaje sigue estando, yo sigo aquí, sigo de viaje, y esta todavía no es mi casa.

jueves

Una colombiana de a pie, sobre Buenos Aires a pie.

Hablo por teléfono con una muchacha que me informa sobre el costo de algunos cursos de literatura. Pregunto por las formas de pago. "Venís y pagás cuarenta pesos.","¿Y no reciben tarjetas?", "No, sólo son cuarenta pesos, venís, los pagás y te inscribís", me contesta con sequedad porteña. Pienso que en Colombia te reciben tarjeta para pagar un mercado de diez mil pesos a crédito. Es una cultura diferente, enseñada para salir adelante sin agachar la cabeza.
(A una semana de llegar)
SOBRE MÁS DE TRES MESES DE AUSENCIA ::

La ausencia no fue tal: más bien desplazamiento. Si llevo tres meses sin escribir nada en este blog, es porque todo el tiempo he estado nutriendo a latinoamórica, un proyecto que me llevó años concretar y que registro paso a paso en mi ventana paralela. He atravesado un túnel, oscuro para este espacio, pero muy luminoso para mí que me ha dejado en otro lugar.
Ahora, un nuevo espacio fìsico y un desplazamiento de mi espacio interno merece un cambio en este espacio. Heme aquí, sin mayores aspavientos.