Sobre la felicidad. Sobre abrir el pecho para poder recibir las bendiciones. Entran por la ventana, por debajo de la puerta, agazapadas en el aire que enfría el cuarto, se deslizan por los rayos de sol y se quedan prendidas bajo la colchoneta, y entre las motas de las pieles de cabra tiradas en el suelo.
Sobre el miedo. Miedo a morir de todo, a que ya no aclare después de la noche, a que deje de doler. El miedo se queda suspendido en el inmenso aire que va del techo al suelo.
Sobre las visiones. O mirar en perspectiva, en el antes o en el después. En el otro tiempo y el otro espacio vital, donde las bendiciones nacen y los miedos mueren, ambos en el mismo lugar. Leer en el espejo.
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