Sobre el tiempo que tenemos para hacer ciertas cosas y se agota. Que el tiempo sí pasa, que nosotros sí cambiamos con el paso del tiempo y sólo podemos ser como somos en este preciso momento. Que realmente en diez años habrá cosas que no podemos hacer, que ya pasó el tiempo de hacerlas, que la vida no da marcha atrás.
Ver tu sonrisa como la tienes ahora, reírme contigo de esta manera, escuchando música en mi cuarto, no preocuparme demasiado por el trabajo y el dinero, tener tiempo para gastar, (¿más tiempo que dinero?).
Sobre el ser fiel a sí mismo, que es lo único importante que puedes anteponer a cualquier cosa en tu vida, porque de ello depende todo lo demás. Es lo único que importa, sin tu alma no puedes apreciar nada de lo que pueda haber en este mundo, ni objetos ni relaciones personales.
Y mi música, y mis actividades personales, y mis impulsos de salir, de hacer algo. La única manera de alimentar esos impulsos es seguirlos, desde los más pequeños.
Y sobre el derecho a decir que NO. Una de mis lecciones de este tiempo. Aprender que yo puedo decir que NO, como esgrimiendo la poderosa espada que acabo apenas de notar en mi cinto. Su hoja luminosa pesaba sobre mi cadera repentinamente, y encontré la fuerza para sacarla a la luz, para levantarla sobre mi cabeza con un grito de guerra, de la guerra cruel y despiadada por mi vida, por mí misma y la conservación de mi alma.
NO voy a encargarme de esa tarea NO voy a dedicarle más tiempo a algo que no quiero NO quiero verme con alguien NO quiero llamar NO...
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