Ahora tenemos un cocodrilo en la sala, y un avión desarmado en un cajón de las Cosas Guardadas (el Mundo de las Cosas Guardadas mide dos metros cúbicos). Escribo código hasta la media noche, a veces más. Duermo ocho horas (no se puede escribir código de otro modo).
Sé poco de quienes dejé, y poco de quienes recuperé. Paisajes lejanos vienen a veces, pero los cercanos son reales, familiares y queridos. La ciudad es verde, como siempre, días soleados y lluvias veraniegas, cielo azul y cerros límpidos. La sabana en su verdor, al sol decembrino, que se adelantó.
Me gusta la incertidumbre bogotana, no saber qué clima hará el próximo lunes.
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1 comentario:
Muy bueno. Y lo bueno, si breve, dos veces bueno.
Que bien!
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