Quiero dormir, pero algo en mí me impide entregarme al descanso con tranquilidad. Siento que debería estar haciendo algo, cansándome por algo. Esa necesidad del cansancio y el afán que me enseñaron mis padres y que apenas ahora me empiezo a dar cuenta de que ha desbarajustado la mitad de mi vida. Tanto así que permanezco frente a esta pantalla, pese a que no tengo nada que decirle.
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