Después de diez años me siento más feliz. Me siento mucho mejor persona, con más razones para sonreír, más afortunada. Creo que hasta ahora he ido por el camino correcto, y mi desconfianza en él ha retrasado mi marcha.
Pero ya es hora de decirme que merezco lo que tengo (era todo un problema de autoestima) y lo haré valer.